Sus pases se filtraban
entre las defensas y siempre encontraban al delantero. Sus golpeos de
balón se toparon muchas veces con la red del portero rival durante
su mejor temporada con el Girondins de Burdeos. Yo me enamoré de
Yoan Gourcuff
Llamadme sensiblón, o lo
que meramente queráis. Este confinamiento está sacando el lado más
nostálgico y, consecuentemente, melancólico de mi persona. Leer,
mirar series y películas y hacer deporte están siendo las
actividades que frecuentan ese paso sosegado de los días, las horas,
los minutos y los segundos. No obstante nadie me avisó que entre
todos estos actos frecuentes en mi día a día se colaría el hecho
de recordar. Por que a día de hoy jamás habría pensado llegar a
tales recovecos de mi memoria para sacar a la luz encuentros, equipos
o jugadores que cegaron mis ojos para desmarcarse de lo que era lo
habitual en aquellos tiempos. Porque si Elvis Presley era el favorito
de la muchedumbre en su época y encabezaba la lista de éxitos
musicales, yo hubiese sido fan incondicional de Jerry Lee Lewis. Esta
comparación me lleva a la obligación de relataros el motivo por el
cual yo fui un entusiasta del francés Yoann Gourcuff.
Yo tendría esa difícil
edad de doce años cuando te salen granos en la cara, tu voz se
percibe con un tono más grave con los pasos de los días o empiezas
a sentir mariposas en el estómago debido a un nuevo sentimiento,
llamado amor, que emerge sin antes llamar a la puerta. Además de
este listado fisiológico se le deben añadir variaciones de
carácter. Una de las alteraciones más graves que sufrí fue la de
querer siempre lo que me proponía, así que les pedí a mis padres
que me compraran el Pro evolution
a expensas que la respuesta fuera afirmativa. Y así fue. Sin
Internet en la consola y sin la posibilidad de disputar partidas en
línea contra mis amigos siempre elegía el 'modo mánager' para
convertirme en el mejor entrenador del mundo y tocar la gloria. Ahora
no recuerdo qué equipo escogí por primera vez, pero de lo que si
estoy seguro es del primer fichaje que hice: el del mediocentro
francés del Girondins de Burdeos Yoann Gourcuff. Virtualmente era
buenísimo. Rápido con el balón, filtrava unos pases entre las
defensas que siempre encontraban compañero y su chute parecía
doblar las palmas de las manos férreas de los guardametas. Me tenía
encolerizado. Por eso, y sin poseer de las plataformas digitales que
residen actualmente con la mayoría me puse a indagar sobre ese
futbolista que se convertiría en mi primer amor.
Mi
primera imagen del de Ploemeur fue con esa zamarra tan elegante que
vestía entonces el club del Stada Bourdeaux-Atlantique. Una camiseta
donde había una mezcla cromática predominada por el azul marino y
con bastos toques blanquecinos como el que cubría toda la hombrera y
parte del pecho hasta llegar a las proximidades del ombligo. Cabe
decir que su indumentaria me enloqueció, aún a día de hoy estoy
buscando la manera de conseguirla. No sabía nada de ese equipo, así
que busqué información. La entidad bordelesa venía de ganar el
título liguero la temporada anterior y para así romper y poner fin
a la dictadura futbolística de siete años establecida por un
Olympique de Lyon en pleno auge. Aquella temporada victoriosa, donde
el fino centrocampista galo se salió ayudando a la consecución del
título con 12 tantos, sería la primera uniformándose la camiseta
del Girondins. Antes de tocar el cielo con el club francés el bueno
de Yoann probó suerte en las filas del Milán. En el equipo de San
Siro permaneció dos temporadas donde tuvo un bagaje irregular:
disputó 53 partidos y solamente anotó tres tantos. Los italianos
para hacerse con sus servicios se adelantaron a entitades de tal
altura como el Ajax de Ámsterdam o el Arsenal. Finalmente, y tras un
tira y afloja, quien se enorgulleció de su contratación fue la
entitad milanesa que tuvo que pagar cerca de tres millones al Rennes,
conjunto con el que debutó en el ámbito profesional futbolístico a
la edad de 17 años.
Su
paso por el Milan fue efímero y tuvo que hacer las maletas para
recalar en un Girondins pletórico con jugadores que siempre quedarán
en el recuerdo. De esa temporada gloriosa hay que remarcar nombres
como los del lateral Benoît Trémoulinas (jugó en el Sevilla) o los
delanteros Fernando Cavenaghi, Yoan Gouffran o Marouane Chamakh. La
desenvoltura mostrada en esa campaña solo se pudo alargar tras ganar
la Supercopa de Francia en la siguiente, a partir de ese momento el
descenso calitativo del club sería desmedido con el traspaso de
Yoann al Olympique de Lyon por cinco temporadas a cambio de 22
millones de euros como punto final. Una contratación que hizo
reafirmar los porqués de mi enamoramiento hacia el despliegue de su
juego. Antes de de estrenarse con el Olympique, Yoann tuvo la
oportunidad de defender los colores de su patria, Francia, en el
mundial disputado en Sudáfrica en 2010 donde tuvo un protagonismo no
deseado por nadie. Los galos fueron eliminados de la fase de grupos y
el mediocentro fue uno de los centros de las críticas tras ver la
tarjeta roja en el último encuntro de la liguilla donde cayeron por
2-1 contra el combinado anfitrión. Lejos, muy lejos de la realidad
que anelaba, Gourcuff no hizo muestra alguno del talento expuesto
años atrás. Las lesiones de tobillo y sus malestentendidos con los
entrenadores que tuvo, como Claude Puel, no hicieron acabar de
aflorar las cualidades de las que poseía. Tras cinco campañas donde
quiso pero no pudo demostrar lo que era, el francés se engalanó con
los colores de los Lions
en un total de 90 encuentros donde solamente pudo ver puerta 9 veces.
Números insuficientes para seguir ligado al histórico club viéndose
obligado a acabar el contrato con tal entidad y así adentrarse a
firmar un año de contrato con el club que le regaló la posibilidad
de ser profesional en el mundo del balompié: el Stade de Rennes. Si
leyendo hasta aquí os meroreaba en la mente que Gourcuff resurgiría
tal ave fénix hace de sus cenizas, vais plenamente equivocados. Al
inicio de las tres temporadas que revistió la camiseta del Rennes
volvió a sufrir de sus problemas de tobillo cosa que hizo que se
ausentara otro largo mes. Su reaparición no significó mucho para
ese club ya que en tres campañas pudo pisar el verde 49 veces y
superar al portero rival en 7. Tras ésto y ya con la treintena de
edad superada se submergió en la que sería la última aventura de
su carrera futbolística. El que fue el director de orquestra de uno
de los mejores Girondins de la historia aceptó la propuesta del
Dijon y firmó por una campaña con el equipo de la ciudad de la
famosa mostaza. Pero para Yoann fue como sufrir en sus propias pieles
'el día de la marmota'. Tras solo siete encuentros disputados, el
francés que tanto me había enamorado en ese videojuego y que tanto
había había nombrado entre mis colegas de colegio y de equipo de
futbol, se vio obligado a anunciar una prematura retirada el 23 de
enero de 2019 bajando el telón, no sé si para siempre, de una
escueta trayectoria futbolística de la que me obsesioné durante un
tiempo. Porque no obstante todas las contrareriedas que tuviste que
sufrir, para mí, Yoann fuiste el primer amor que tuve. Porque aún
recuerdo como me deleitaba al verte moverla batuta tal director de
orquesta de ese glorioso Gironins y porque rememorizo las veces que
anelé que vistiera los colores de mi equipo favorito. Siempre
tendrás un lugar en algún recoveco de mi memoria.
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